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SANTA CLAUS Y LA BÚSQUEDA DE LOS ANILLOS MÁGICOS EN 4 ZONAS DEL VALLÉS

Galerías19/11/2023
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Este aspecto tienen los anillos a localizar en los comercios de las cuatro zonas del VallésBarberá del Vallés,Ripollet, Badía del Vallés y Creu de Barberá en Sabadell Sur

Cuenta una leyenda.....

Los anillos Mágicos de Santa Claus


En la mágica víspera del 18 de diciembre, los habitantes de Barberà del Vallès, Badia del Vallès, Ripollet y Sabadell Sud se despertaron con un cosquilleo en el aire. Las luces de las tiendas parpadeaban con una intensidad inusual, y los escaparates brillaban como si escondieran secretos. Santa Claus, con su barba blanca y ojos centelleantes, había llegado a la tierra en busca de sus anillos mágicos. Sin ellos, su capacidad para repartir regalos estaba mermada. Pero no era un Santa común; era un Santa con un propósito. Sus botas crujían sobre la nieve mientras recorría las calles, siguiendo las pistas que lo llevarían a los anillos perdidos. En la tienda de antigüedades de la calle principal, Santa encontró al anciano dueño, don Manuel. El viejo hombre tenía una sonrisa sabia y arrugada, y sus ojos brillaron cuando vio a Santa. “¿Buscas algo especial, amigo?” preguntó don Manuel, mirando a Santa con complicidad. “Los anillos mágicos”, respondió Santa. “¿Los has visto?” Don Manuel asintió y señaló hacia una vitrina polvorienta. Allí, en un cojín de terciopelo rojo, descansaban dos anillos dorados con inscripciones rúnicas. Eran los anillos que Santa había perdido en su última visita a la tierra. “Los encontré en un viejo baúl”, dijo don Manuel. “Parecían insignificantes, pero algo me decía que eran especiales”. Santa tomó los anillos en sus manos temblorosas. Sintió su poder latente, la magia que fluía a través de ellos. “Gracias”, murmuró. Don Manuel sonrió. “Recuerda, Santa, la verdadera magia está en el corazón de quienes creen en ti”. Santa asintió y salió de la tienda. El 22 de diciembre, en la noche más larga del año, entregó los anillos a los niños y niñas que habían demostrado su bondad. Cada anillo llevaba un deseo: paz, amor, esperanza. Y mientras los niños dormían, los anillos brillaban en sus dedos, recordándoles que la magia de la Navidad estaba en todas partes. Y así, Santa Claus recuperó su poder y cumplió su promesa. En cada hogar, dejó un obsequio especial: un sueño, un abrazo, una sonrisa. Porque, al final, la verdadera magia no estaba en los anillos, sino en el corazón de quienes creían en ella. 🎅✨

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